I
Ahora que duermen los pájaros de mi cabeza, he olvidado lo que era soñar con volar.
II
Él esperaba a que se durmiera para besarla y decirle que la quería. Ella se hacía la dormida hasta oír sus labios y sentir su "te quiero".
III
A veces necesitamos abrir las heridas para entenderlo.
IV
Sin pies ni cabeza, ni corazón
V
No habría tenido tanta emoción si no hubiésemos sido conscientes del peligro.
VI
Supe que estaba perdido cuando me olvidé de dormir por verla amanecer.
No me hables de imposibles si no viste el mar en sus ojos.
VII
No sé si la partida estaba amañada, o simplemente hemos jugado mal las cartas.
VIII
Subí tan alto que nunca llegué a pensar en lo dura que sería la caída.
IX
Pregúntale al invierno dónde coño se quedó después de que hiciésemos brotar un verano en él.
X
Poesía eras tú al correrte, y no toda esta mierda.
XI
¿Dónde se desprende uno de la sensación de que jamás volverá a ser el mismo?
XII
Nunca dejamos de recordar, aunque no seamos conscientes de ello.
XIII
¿Existe algo que regenere más por dentro que una (son)risa de mujer?
XIV
Te di lo que nunca tuve y me devolviste lo que nunca había dejado de ser mío:
Soledad.
XV
Las heridas son mías y soy yo el que carga con ellas.
XVI
El amor no se vive en camas diferentes.
XVII
Nunca he creído en las casualidades, pero contigo, voy a hacer una excepción.
XVIII
No me valen excusas, ni convencionalismos. Quien quiere de verdad quiere con hechos. Nunca con palabras.
XIX
Las mejores mujeres son esas que te hacen escribir canciones (y poemas) felices.
XX
Hay gente que no tiene la capacidad de amar a otra persona. Pero peores son esos que ni se quieren a sí mismos.
XXI
Se hacía la inocente; porque sabía.
XXII
Hay personas que ni siquiera han despegado y ya están soñando con la caída.
XXIII
¿Hasta dónde llega nuestro amor por las cosas que más daño nos hacen?
XXIV
Pobres de aquellos que sueñan con ser mayores, pues lo que no saben es que algún día anhelaran volver a ser niños.
XXV
Como quien sabe que pese a los (d)años aún sigue con vida.
Ahora que duermen los pájaros de mi cabeza, he olvidado lo que era soñar con volar.
II
Él esperaba a que se durmiera para besarla y decirle que la quería. Ella se hacía la dormida hasta oír sus labios y sentir su "te quiero".
III
A veces necesitamos abrir las heridas para entenderlo.
IV
Sin pies ni cabeza, ni corazón
V
No habría tenido tanta emoción si no hubiésemos sido conscientes del peligro.
VI
Supe que estaba perdido cuando me olvidé de dormir por verla amanecer.
No me hables de imposibles si no viste el mar en sus ojos.
VII
No sé si la partida estaba amañada, o simplemente hemos jugado mal las cartas.
VIII
Subí tan alto que nunca llegué a pensar en lo dura que sería la caída.
IX
Pregúntale al invierno dónde coño se quedó después de que hiciésemos brotar un verano en él.
X
Poesía eras tú al correrte, y no toda esta mierda.
XI
¿Dónde se desprende uno de la sensación de que jamás volverá a ser el mismo?
XII
Nunca dejamos de recordar, aunque no seamos conscientes de ello.
XIII
¿Existe algo que regenere más por dentro que una (son)risa de mujer?
XIV
Te di lo que nunca tuve y me devolviste lo que nunca había dejado de ser mío:
Soledad.
XV
Las heridas son mías y soy yo el que carga con ellas.
XVI
El amor no se vive en camas diferentes.
XVII
Nunca he creído en las casualidades, pero contigo, voy a hacer una excepción.
XVIII
No me valen excusas, ni convencionalismos. Quien quiere de verdad quiere con hechos. Nunca con palabras.
XIX
Las mejores mujeres son esas que te hacen escribir canciones (y poemas) felices.
XX
Hay gente que no tiene la capacidad de amar a otra persona. Pero peores son esos que ni se quieren a sí mismos.
XXI
Se hacía la inocente; porque sabía.
XXII
Hay personas que ni siquiera han despegado y ya están soñando con la caída.
XXIII
¿Hasta dónde llega nuestro amor por las cosas que más daño nos hacen?
XXIV
Pobres de aquellos que sueñan con ser mayores, pues lo que no saben es que algún día anhelaran volver a ser niños.
XXV
Como quien sabe que pese a los (d)años aún sigue con vida.