viernes, 24 de febrero de 2017

Dosis de realidad

Ya no puedo mirar hacia otro lado
cuando sucede la dosis de injusticias diaria.
Ya no me calma dormir,
tampoco fumar.
Ni siquiera el recuerdo de mi madre
acariciando tiernamente la cara a mi abuela
consigue que cierre los ojos 
y logre encontrarme.

Creo que me quedan pocas razones que susurrar
para convencerme de que no te echo de menos.