“Aquel que olvida su historia, está condenado a repetirla”
Una vez
tuve un reino,
y la historia fue tan caprichosa que no quiso
que lo llamase hogar.
Lo tuve en mis manos, destilando ternura,
y su hondo suspiro fue tan hipnótico
como el solo de Hotel California,
un miércoles de invierno entre andenes y estaciones.
Mis lágrimas fueron acordes y no quiso el destino
que fuese su cuerpo mi guitarra.
He caminado entre sombras y tinieblas
y sólo cuando llegó la luz
comprendí
que mi mundo estaba bajo el manto de la noche,
entre el viento que sólo la luna había tenido
el capricho de conocer,
y del que tantas veces intenté huir
cuando llegaba la séptima cerveza.
Hoy no voy a llorar.
Hoy
no voy a llorar.
Sé que puedo lograrlo
porque la borrachera
aún
no ha llegado a lo más alto
Hoy no voy a llorar.
Joder.
He convertido en (ll)oro todo lo que he tocado
y aún me cuesta no soñar con la caída.
Nosotros,
que nos follamos
tan
alto
Así que sí,
aquel que olvida su historia
está condenado a repetirla,
pero
¿y los que no dejamos de recordarla?
Este poema fue incluido en "Mi Cuento", de Pablo Lapeña.
En forma de abrazo;
gracias.
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