lunes, 2 de mayo de 2016

Cerraduras y llaves

No quiero ser candado.

Quiero ser mar,
ola incansable 
en el lomo de tu cuerpo.

No quiero ser pozo,
hundido en la amargura de cotidiana realidad,
de tardes perdidas.

Quiero ser océano,
surcar tu vientre en busca del lunar enterrado
en el vello de tu ombligo.

No quiero ser espejo,
ni mala cara al despertar.

Quiero ser la confianza
de saber,
que puedes
-y quieres-
ir y volver a tu antojo.

No quiero ser guerra,
sino refugio.

No quiero ser cerradura,
tampoco llave.

¿Existe algo más horrible que un candado para simbolizar el amor?

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