No debemos
renunciar al cosquilleo
ni achicarnos
frente a abrir las grandes alamedas.
No debemos
atar cabos ni conjeturas
ni olvidar
el deber de nuestras manos.
Es más,
no debemos
ni deberíamos
ni debimos
proclamar al cielo el fin del amor
ni gritar contra conjuros y banderas.
Porque podemos
encontrar la chispa en un bisturí
que desgrane los misterios
de una tierra ya olvidada.
Me alegro de verte
llevaba tiempo pensando en ti.
Es hora de poner sobre la mesa
aquella colección de aciertos.
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