martes, 21 de agosto de 2018

Camino

en estas ojeras que me crecen
se amontona la vida y sus espejos.

voy recuperando la pasión por las cosas
como un enfermo que se recupera
poco a poco, pero
también con precaución,
no vaya a ser que las heridas sean demasiado profundas
y nunca llegue a caminar del todo.

las preguntas llegan y voy oteando las respuestas
como un niño persiguiendo las pompas,
cual perro que asoma la sien
por la ventanilla.

soy consciente del baile de oportunidades,
de que la magia no es impuesta, sino fugaz.
me gusta imaginar, pues ese, como dice la Gata,
es nuestro oficio.

nuestro oficio.

coser, parchear,
tejer vida entre los trapos y escombros
del capitalismo.
nos esconden la piedra y nos acusan
de tirarla.
en qué mundo vivimos.

por eso intento ser precavido,
no hacer gloriosos cánticos de alegría
pues el camino es largo y peor aún:
tedioso.

entre todas estas ruinas
voy aprendiendo el polvo,
habitar los rincones de tu espalda,
divagar sobre el color de tus ojos,
comprender el tacto
que me regalan tus dedos.

ando, pues sólo así recuerdo el camino.
escribo, pues sólo así puedo no olvidarlo.

hay mañanas y mañanas,
pero este trastorno del sueño que no controlo
me agota las noches y condiciona
esta vista cansada de sólo
soñar despierto.

echo de menos el hogar del niño,
la inocencia se pierde y vislumbrar el futuro
se convierte en una tarea, casi agotadora.
casi, porque aún quedan razones.
y quiero creer que tengo fuerza
para seguir luchando.

guardo un plus de energía en estas cuatro manos,
un as en la manga del que nunca te hablo.

de nuevo: gracias.
hace ya tiempo que perdí el rumbo.
pero no son pocos los motivos
para seguir caminando.


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