sábado, 11 de agosto de 2018

Manual de defectos

desde el podemos al ojalá
soy un puñado de imposibles.

intento trazar con las manos
lo que no puedo con la mente
jugando a creerme alguien
en este mar de cerebros.

lucho mucho y hago poco,
pues en mis pasos
no suelo
encontrar el rumbo.

escribo esto desde la tentación
de contarte mis defectos,
de cantarte mis problemas
porque existe el riesgo
de que aún no los conozcas.

pienso mucho, tal vez demasiado,
cuando la mayoría de veces
ya conozco mi respuesta.

me obsesiona el trazado del asfalto:
intento cuadrar las baldosas con las farolas
y en mi cabeza
siempre resulta posible.

me torturo demasiado por mis errores,
imagino todas las posibilidades,
analizo las palabras y evito repetirlas
en el mismo poema.

soy mucho de todo y poco de nada,
aprendiz de ojalás y oficial de casis,
mal ganador y acomodado en la derrota.

una vez
tuve un toc,
me resultaba imposible mantener la concentración
si el volumen de la televisión
no era par o
múltiplo de cinco.

aunque en realidad no era tan grave
y eso me lleva a otra cuestión:
soy un peliculero.
me gusta soñar despierto.
escribir la historia.
                  trazarla.
           geometrizarla.
                       versarla.

me gusta como me gustan las cosas absurdas
como el olor de la plastilina
o el tacto de la arcilla entre las manos.

me gusta como me gustan las cosas sencillas,
como la risa de mi madre
o el aire meditabundo
que tenía mi abuelo.

me gusta
como me gustas tú.
aunque eso
(desde luego)
        no es ningún defecto.


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