las ventanas se cierran
y siento el calor
en la punta de los pies.
Me he dejado
tantas cosas por preguntarte.
Si prefieres la ducha antes
o después de dormir.
Si maldices en alto
o en bajito.
Si te gusta más el mar
o la arena.
Yo también tengo miedo,
me esfuerzo en no mostrártelo.
Esta semana parece más tres meses,
como si un capricho del reloj
se tratase.
Releo el poema
que dejaste en mi mesa.
Me tumbo,
sonrío:
Me siento genuinamente
un hombre afortunado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario